Inquisición
Tribunal eclesiástico (también llamado Santo Oficio) encargado de perseguir y castigar a
los herejes, es decir a los cristianos que en materia de fe profesaban doctrinas contrarias a la
Iglesia Católica y otros “delitos” como la brujería o la bigamia. También se encargaba de la
censura ideológica y cultural mediante la publicación en un índice de los libros prohibidos. Su
finalidad era conformar un modelo de religiosidad homogéneo en todo el territorio.
Los precedentes de esta institución se sitúan en la Edad Media (creación en 1233 por el
Papado). El Tribunal de la Inquisición moderno surge fruto de la reforma de los Reyes Católicos
de 1480 por la que el tribunal pasa a depender de la Corona y a centrarse en la vigilancia del
cumplimiento de la ortodoxia católica por parte de los fieles y de la sinceridad de judíos
conversos (marranos) y moriscos.
Esta Inquisición moderna, que se extenderá a todos los dominios de los monarcas
incluyendo América y provocando problemas en la Corona de Aragón, se organizará bajo un
modelo centralizado con un Consejo central (1482) dirigido por el Inquisidor general y
tribunales provinciales.
El proceso inquisitorial se iniciaba con la denuncia o delación y la recogida de
información mientras el sospechoso era detenido y frecuentemente sometido a torturas.
Reunidos los indicios, el tribunal dictaba sentencia de la ceremonia denominada Auto de Fe. Si
había condena, ésta podía ser leve si había arrepentimiento y conllevaba penas como la cárcel
o portar el sambenito. Si no había arrepentimiento, se aplicaba la pena de muerte en la
hoguera o el garrote.
A lo largo de la Edad Moderna, la Inquisición pasará de ser un temido doble instrumento
político-religioso al servicio de la Monarquía autoritaria a una progresiva decadencia hasta su
abolición definitiva en 1834 tras varias supresiones y reapariciones a lo largo del siglo XIX.
Escudo de la Inquisición Española. |
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